Dependiendo de la frecuencia de esas ondas, es decir, el número de ondas por segundo que pasan por un punto, percibiremos (o no) un sonido más agudo (mayor frecuencia) o más grave (menor frecuencia).
Pongamos por ejemplo que hacemos vibrar una cuerda, primero lentamente y cada vez más deprisa. Al principio no percibiremos ningún sonido pero a medida que la cuerda hace vibrar el aire más y más rápido, ese aire transmitirá unas ondas (diferencias de presión) que llegarán a nuestros oídos y de ahí a nuestros tímpanos. Cuando vaya aumentando la frecuencia de esas ondas el sonido que escucharemos será cada vez más agudo hasta que llegará un momento en que nuestros tímpanos serán incapaces de percibirlo.
El rango de frecuencias que podemos escuchar va desde 20 Hz a 20.000 Hz. Un Herzio (Hz) es la medida de frecuencia y es una onda por segundo.
Así pues, si una cuerda vibra a más velocidad de 10 veces por segundo podremos escuchar un sonido muy grave producido por la vibración del aire que ha provocado esa cuerda.

No hay comentarios:
Publicar un comentario